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Marcel André Henri Félix Petiot, alias Docteur Petiot (Doctor Petiot), alias capitaine Valéry (capitán Valéry), nacido el 17 de enero de 1897 en Auxerre (Yonne) y guillotinado el 25 de mayo de 1946 en París, fue un médico francés, que se convirtió en un asesino en serie que operaba en la Francia ocupada por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, cuyos asesinatos en París fueron descubiertos muy poco después de la Liberación de París.
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Puede ser considerado como un asesino en serie. Se hacía pasar por miembro de la Resistencia francesa y atraía con engaños a opulentos judíos a su casa, haciéndoles creer que podía hacerlos salir clandestinamente del país. En lugar de eso, los asesinaba y robaba sus pertenencias, matando a 63 personas antes de que fuera finalmente atrapado.
Puede ser considerado como un asesino en serie. Se hacía pasar por miembro de la Resistencia francesa y atraía con engaños a opulentos judíos a su casa, haciéndoles creer que podía hacerlos salir clandestinamente del país. En lugar de eso, los asesinaba y robaba sus pertenencias, matando a 63 personas antes de que fuera finalmente atrapado.
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Nació el 17 de enero de 1897 en la localidad de Auxerre (departamento del Yonne). Su padre murió cuando él tenía tan sólo cinco años y su madre murió tres años después, así que el niño fue confiado a los cuidados de varios tíos y tías. Tal vez por esta situación difícil su educación no fue como la de un niño normal ni mucho menos tuvo el afecto que éstos necesitan en esos años tan cruciales de vida.
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De pequeño demostró una inteligencia considerable, pero al mismo tiempo revelaba ciertas tendencias sádicas que preocupaban a quienes le rodeaban: desde sumergir las patas de su gato en un cazo de agua hirviendo hasta asfixiar a este mismo animal con sus propias manos, o torturar a otros animales sacándoles los ojos para divertirse mirando como éstos se golpeaban contra las paredes una vez ciegos.
De pequeño demostró una inteligencia considerable, pero al mismo tiempo revelaba ciertas tendencias sádicas que preocupaban a quienes le rodeaban: desde sumergir las patas de su gato en un cazo de agua hirviendo hasta asfixiar a este mismo animal con sus propias manos, o torturar a otros animales sacándoles los ojos para divertirse mirando como éstos se golpeaban contra las paredes una vez ciegos.
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También tenía la manía de robar todo lo que le pasaba por las manos. A sus compañeros en clase, los medicamentos en el ejército cuando era soldado (para venderlos posteriormente en el mercado negro) e incluso los fondos municipales del alcalde de Villeneuve-sur-Yonne cuando se presentó a unas elecciones municipales.
También tenía la manía de robar todo lo que le pasaba por las manos. A sus compañeros en clase, los medicamentos en el ejército cuando era soldado (para venderlos posteriormente en el mercado negro) e incluso los fondos municipales del alcalde de Villeneuve-sur-Yonne cuando se presentó a unas elecciones municipales.
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Basta con observar su grave afición a la piromanía, su crueldad con los animales, su ludopatía crónica, además de serios y continuos ataques depresivos, una avanzada paranoia y un crónico estado de melancolía, sumado a sus mentiras compulsivas y su actitud de desprecio hacia toda la sociedad o su sangre fría casi carente de sentimientos. Sin duda ese carácter nos suena bastante desequilibrado y refleja una personalidad muy conocida por todos nosotros: una personalidad sociopatica.
Basta con observar su grave afición a la piromanía, su crueldad con los animales, su ludopatía crónica, además de serios y continuos ataques depresivos, una avanzada paranoia y un crónico estado de melancolía, sumado a sus mentiras compulsivas y su actitud de desprecio hacia toda la sociedad o su sangre fría casi carente de sentimientos. Sin duda ese carácter nos suena bastante desequilibrado y refleja una personalidad muy conocida por todos nosotros: una personalidad sociopatica.
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Durante la Primera Guerra Mundial, alistado en el Ejército francés, resultó herido en el pie por el estallido de una granada, siendo licenciado del Ejército a principios de 1918 por desórdenes mentales y neurastenia.
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Curiosamente, y como suele ser habitual en estos casos, todas estas peligrosas facetas de su vida no le impidieron salir adelante en la vida social. Su encanto personal le ayudó a ganar prestigio en el ámbito profesional como médico y en una carrera política que inició como concejal, aunque ese encanto ocultase un carácter carente de escrúpulos.
Curiosamente, y como suele ser habitual en estos casos, todas estas peligrosas facetas de su vida no le impidieron salir adelante en la vida social. Su encanto personal le ayudó a ganar prestigio en el ámbito profesional como médico y en una carrera política que inició como concejal, aunque ese encanto ocultase un carácter carente de escrúpulos.
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En 1921 finalizó estudios de Medicina, ayudado por becas para los antiguos combatientes de guerra. Abrió consulta pofesional en Villeneuve-sur-Yonne en 1922, haciéndose rápidamente un nombre por su distribución de vacunas gratuitas pero también por su cleptomanía.
En 1921 finalizó estudios de Medicina, ayudado por becas para los antiguos combatientes de guerra. Abrió consulta pofesional en Villeneuve-sur-Yonne en 1922, haciéndose rápidamente un nombre por su distribución de vacunas gratuitas pero también por su cleptomanía.
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En 1927 logró ser elegido alcalde de su localidad de residencia, Villeneuve-sur-Yonne, a la vez que contraía matrimonio con Georgette Lablais, hija de un conocido comerciante de la localidad. En 1935, acusado de malversación de fondos y de apropiación de fondos públicos, tuvo que abandonar la alcaldía y la propia localidad, instalándose en París, donde abrió consulta.
En 1936 fue arrestado por robo, escapando a la pena de cárcel al ser considerado como enfermo mental, siendo ingresado un tiempo en una clínica psiquiátrica.
En 1927 logró ser elegido alcalde de su localidad de residencia, Villeneuve-sur-Yonne, a la vez que contraía matrimonio con Georgette Lablais, hija de un conocido comerciante de la localidad. En 1935, acusado de malversación de fondos y de apropiación de fondos públicos, tuvo que abandonar la alcaldía y la propia localidad, instalándose en París, donde abrió consulta.
En 1936 fue arrestado por robo, escapando a la pena de cárcel al ser considerado como enfermo mental, siendo ingresado un tiempo en una clínica psiquiátrica.
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En 1941, ya bajo la ocupación alemana de Francia, compró una residencia en el número 21 de la calle Le Sueur, en la que ordenó trabajos de importancia, con la finalidad de elevar los muros de la casa impidiendo la vista desde el exterior, a la vez que la adaptaba como consultorio médico. Posteriormente, durante las pesquisas policiales, se descubiriría que la había equipado en el sótano con una cámara de gas con mirilla para espiar la muerte de sus víctimas y con un pozo lleno de cal viva.
En 1941, ya bajo la ocupación alemana de Francia, compró una residencia en el número 21 de la calle Le Sueur, en la que ordenó trabajos de importancia, con la finalidad de elevar los muros de la casa impidiendo la vista desde el exterior, a la vez que la adaptaba como consultorio médico. Posteriormente, durante las pesquisas policiales, se descubiriría que la había equipado en el sótano con una cámara de gas con mirilla para espiar la muerte de sus víctimas y con un pozo lleno de cal viva.
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A partir de 1943, empezó a proponer a personas que huían de la Gestapo que las haría llegar en forma clandestina a la Argentina, para lo que les hacía acudir por la noche a su residencia. Con el nombre de doctor Eugenio (docteur Eugène) organizó de ese modo una presunta red de la Resistencia francesa, aunque sus pretendidos evadidos jamás alcanzaron la seguridad en Argentina. Su red fue descubierta por los servicios secretos alemanes, con lo que Marcel Petiot fue detenido y torturado; tras lograr ser liberado, se refugió en Yonne.
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El 11 de marzo de 1944 la Policía acudió a casa del doctor Petiot, alertada por los atemorizados vecinos que observaban salir de la chimenea una grasienta humareda negra y un hedor insoportable. La chimenea corría el riesgo de incendiarse, pues ya se veían las llamas sobresaliendo amenazadoras y no tardaron en acudir los bomberos, quienes lograron entrar en la casa a través del sótano. Allí descubrieron, sin dar crédito a lo que veían, el espantoso combustible que alimentaba las llamas: un montón de cuerpos desmembrados. Se consiguieron demostrar 24 muertes pero pudieron ser muchas más en realidad.
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Momentos más tarde acudió la policía, y el doctor Marcel Petiot les explicó con orgullo que aquellos eran "sus" cadáveres, los restos de alemanes y colaboracionistas pro-nazis que habían sido asesinados por la Resistencia francesa y confiados a su custodia para que se deshiciese de ellos. Los agentes aceptaron la explicación y lo dejaron ir, no sin antes felicitarlo por tener esas dotes de patriotismo.
Momentos más tarde acudió la policía, y el doctor Marcel Petiot les explicó con orgullo que aquellos eran "sus" cadáveres, los restos de alemanes y colaboracionistas pro-nazis que habían sido asesinados por la Resistencia francesa y confiados a su custodia para que se deshiciese de ellos. Los agentes aceptaron la explicación y lo dejaron ir, no sin antes felicitarlo por tener esas dotes de patriotismo.
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Petiot aseguró que era miembro de la Resistencia y que sus víctimas habían sido 63. Al igual que los 27 cadáveres encontrados en el sótano, los agentes dieron por hecho que se trataba de más soldados alemanes. Pero cuando se constató que aquellas muertes no tenían que ver con la ejecución de colaboradores nazis, Petiot ya había huido en su bicicleta. A partir de ahí se llevó a cabo un minucioso registro de la casa, hallando, además de los cadáveres despedazados, casi 150 kilos de tejido corporal calcinado y otros muchos cuerpos descomponiéndose en un pozo del garaje que contenía cal viva.
Petiot aseguró que era miembro de la Resistencia y que sus víctimas habían sido 63. Al igual que los 27 cadáveres encontrados en el sótano, los agentes dieron por hecho que se trataba de más soldados alemanes. Pero cuando se constató que aquellas muertes no tenían que ver con la ejecución de colaboradores nazis, Petiot ya había huido en su bicicleta. A partir de ahí se llevó a cabo un minucioso registro de la casa, hallando, además de los cadáveres despedazados, casi 150 kilos de tejido corporal calcinado y otros muchos cuerpos descomponiéndose en un pozo del garaje que contenía cal viva.
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Al cabo de un tiempo de anonimato, Petiot inició una serie de correspondencia con el periódico Resistance, bajo otro nombre, pero sin modificar su letra (lo que ayudaría a su identificación), diciendo que la Gestapo había metido en su casa los cadáveres. Gracias a eso fue de nuevo detenido el 2 de noviembre de 1944.
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Su juicio comenzó en el Tribunal del Sena el 15 de marzo de 1945, ahí se descubrió la verdadera faceta del doctor. No era un luchador clandestino por la libertad, sino un criminal totalmente degenerado.
Se le acusaba de 27 asesinatos por las evidencias de su sótano. Su hermano Maurice, quien le proporcionaba la cal, alegó que Petiot la utilizaba contra las cucarachas, pero el enorme volumen de 400 kg suministrados sirvió para inculparlo de complicidad criminal.
Se le acusaba de 27 asesinatos por las evidencias de su sótano. Su hermano Maurice, quien le proporcionaba la cal, alegó que Petiot la utilizaba contra las cucarachas, pero el enorme volumen de 400 kg suministrados sirvió para inculparlo de complicidad criminal.
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Mientras se hallaba detenido a la espera del juicio, Petiot en todo momento comentaba jocosamente a los guardianes de su prisión que No dejen de acudir a mi juicio, va a ser maravilloso y se va a reír todo el mundo, y nada más lejos de la realidad: ese juicio fue uno de los más surrealistas y confusos en la historia de Francia.
Mientras se hallaba detenido a la espera del juicio, Petiot en todo momento comentaba jocosamente a los guardianes de su prisión que No dejen de acudir a mi juicio, va a ser maravilloso y se va a reír todo el mundo, y nada más lejos de la realidad: ese juicio fue uno de los más surrealistas y confusos en la historia de Francia.
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A veces, tanto el acusado como el abogado dormitaban plácidamente en sus asientos, e incluso llegó a haber insultos entre la defensa y el acusado cuando el acusado afirmó que era un defensor de traidores y judíos, a lo que éste, furioso, le amenaza con partirle la boca en la misma sala.
A veces, tanto el acusado como el abogado dormitaban plácidamente en sus asientos, e incluso llegó a haber insultos entre la defensa y el acusado cuando el acusado afirmó que era un defensor de traidores y judíos, a lo que éste, furioso, le amenaza con partirle la boca en la misma sala.
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La acusación afirmó que Petiot atraía a ricos judíos a la rue Le Sueur con el pretexto que les ayudaría a escapar del acoso de las fuerzas alemanas hacia otros países. Luego, les quitaba la vida por medio de inyecciones letales que les administraba con el pretexto de cumplir con las formalidades sanitarias extranjeras, después los despojaba de todo el dinero y objetos de valor que poseían.
Al final de tres semanas de juicio, el jurado lo declaró culpable de 24 de las 27 acusaciones y en cuanto se dictó el veredicto de culpabilidad se establecieron una serie de indemnizaciones a favor de los familiares de las víctimas.
El 4 de abril de 1946 el Dr. Muerte fue condenado a la guillotina, pero el asesino, lejos de mostrarse asustado en el momento de su muerte dijo con más ironía que nunca a los testigos de la ejecución: "Caballeros, les ruego que no miren. No va a ser bonito."
La acusación afirmó que Petiot atraía a ricos judíos a la rue Le Sueur con el pretexto que les ayudaría a escapar del acoso de las fuerzas alemanas hacia otros países. Luego, les quitaba la vida por medio de inyecciones letales que les administraba con el pretexto de cumplir con las formalidades sanitarias extranjeras, después los despojaba de todo el dinero y objetos de valor que poseían.
Al final de tres semanas de juicio, el jurado lo declaró culpable de 24 de las 27 acusaciones y en cuanto se dictó el veredicto de culpabilidad se establecieron una serie de indemnizaciones a favor de los familiares de las víctimas.
El 4 de abril de 1946 el Dr. Muerte fue condenado a la guillotina, pero el asesino, lejos de mostrarse asustado en el momento de su muerte dijo con más ironía que nunca a los testigos de la ejecución: "Caballeros, les ruego que no miren. No va a ser bonito."
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Marcel Petiot, hallado pues culpable de los crímenes de los que se le acusaba, fue guillotinado el 25 de mayo de 1946 en París, en la prisión de La Santé.
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