JUAN CORONA "EL ASESINO DEL MACHETE" (ESTADOS UNIDOS)

Biografia:
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Juan Vallejo Corona, nacio en 1934 en Autlán, Jalisco, Mexico, a temprana edad se fue a trabajar a Estados Unidos, donde logro laborar como contratista en un campo agricola, en Sutter County, a lo largo del rio Feather al norte de Yuba City, California. En 1971 se convertiria en el mayor asesino en serie de la historia de Estados Unidos.

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En 1971, Goro Kagehiro, el dueño de un huerto de duraznos en California, Estados Unidos, notó que alguien había cavado un agujero con forma humana en su propiedad. Estaba cubierto de tierra y le inquietó tanto que llamó a la policía. Sus trabajadores le eran proporcionados por un contratista llamado Juan Vallejo Corona, y todos eran inmigrantes ilegales, pero ello no le impidió dar aviso a las autoridades.

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Al día siguiente, llegó la policía, cavaron un poco y hallaron un cadáver. Se trataba de un individuo delgado que había recibido varios golpes en la cabeza, una puñalada en el pecho y tenía numerosos cortes en la nuca y en las manos. Entre sus ropas encontraron literatura gay, lo cual les llevó a pensar que la víctima era homosexual. El examen forense confirmó que muchas de las heridas que tenía el cadáver habían sido hechas cuando éste ya estaba muerto, lo que implicaba odio y gran violencia por parte del perpetrador del crimen.

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Pronto encontraron más cadáveres, y en los alrededores de las tumbas localizaron unos recibos de comida a nombre de Juan V. Corona. Todos los cuerpos habían muerto de forma parecida: Con un golpe brutal en la cabeza que les había fracturado el cráneo y cortes practicados con un arma filosa y larga, como un machete.

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El sheriff local ya había hecho algunas pesquisas con respecto a Corona y encontró que se le achacaba el ataque casi mortal a un hombre gay en un café propiedad de su hermano (Natividad Corona), quien de hecho era gay. Además de esto, Corona había tenido una estancia en un hospital psiquiátrico con el diagnóstico de esquizofrenia y en muchos de los casos, se había visto una camioneta de color blanco y azul tal como la que tenía Corona.

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Siguieron las excavaciones en el área y continuaron encontrando cadáveres. Sin embargo, no querían arrestar a Corona hasta que encontraran evidencia más solida que un par de tickets de comida y el historial de un pasado violento.

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En total, hallaron 8 cuerpos en el área, muchos de ellos con huellas de abuso sexual pero todos asesinados de una forma semejante: Con un golpe en la cabeza y cortes en el cuerpo y la cara. Algunos de ellos, además, habían recibido un disparo. Todos eran trabajadores agrícolas y algunos ya eran mayores. Varios de ellos habían sido contratados por Corona o habían sido vistos por última vez en compañía de éste.

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Finalmente, arrestaron a Corona, pero las pesquisas continuaron y en otro huerto hallaron 15 cadáveres más, todos ellos muertos violentamente, con golpes que en algunos casos casi les habían arrancado la cabeza.

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Pronto, la prensa se enteró e imprimieron la historia, llevando a cerca de 1,500 personas a mandar cartas a la policía con datos de seres queridos que habían desaparecido. Las excavaciones se extendieron hasta junio de 1971 y para entonces se habían hallado 25 cuerpos, la mayoría enterrados en grupos, aunque también hubo algunas tumbas solitarias, lo que no descartaba que hubiese más, pero los recursos con que contaban las autoridades eran limitados y decidieron que era suficiente para enjuiciar a Corona.

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Una cosa curiosa es que todas las víctimas, sin excepción, habían sido enterradas en la parte norte de un árbol, con los brazos extendidos sobre sus cabezas. Ninguna de las víctimas era mexicana y todos, excepto tres, eran anglosajones. El más joven de 40 años y el más viejo de 68.

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Las evaluaciones psiquiátricas fueron discordantes. Uno de los psiquiatras dijo que estaba sano y otro que estaba psicótico. En todo caso, Corona estuvo bajo tratamiento con Cloropromazina, y parecía deprimido. Se dice que sufrió dos ataques cardiacos durante su juicio y que su CI era de 130.

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Tras el juicio, que estuvo lleno de anécdotas curiosas provocadas por la ineptitud de la policía y de los forenses para recoger las evidencias, Corona fue condenado a 25 cadenas perpetuas consecutivas. En el transcurso del primer año, Corona fue atacado por 4 reclusos y recibió en total 32 puñaladas, perdiendo uno de los ojos pero recuperándose finalmente. Supuestamente, al pensar que estaba a punto de morir, confesó a un sacerdote que él había cometido los crímenes pero no se solicitó el testimonio del religioso.

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Dadas las irregularidades del primer juicio, Corona fue enjuiciado nuevamente en 1982 pero el resultado fue el mismo: Culpable.

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Aún ahora, hay quienes piensan que hay muchos más cadáveres de los que se encontraron, ya que Corona jamás accedió a revelar más detalles ni aceptó trato alguno con el fiscal. Queda, sin embargo, como uno de los procedimientos judiciales más controvertidos (en ambos casos) y en el cual las autoridades cometieron más errores. En la actualidad, ningún fiscal podría condenar a Corona con la evidencia que se recogió en aquél entonces.

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Juan Corona fue transferido de la prision de CTF en Soledad a la Corcoran State Prison, en Corcoran, California, en 1992.