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En Viena, el 28/02/1991 comenzo el mayor juicio criminal desde la II Guerra Mundial, en el que se acuso a cuatro enfermeras de haber asesinado a 42 pacientes entre 1983 y 1989 en el pabellón V del hospital Lainz de la capital austriaca.
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Dos de las cuatro enfermeras del pabellón de la muerte, Waltraud Wagner, de 32 años, y Stefanjia Mayer, de 51, se enfrentan a una condena de cadena perpetua. Las acusadas fueron detenidas en abril de 1989, tras sospechar de ellas el médico jefe del pabellón V, Franz Pesendorfer, al sucederse dos extrañas muertes en pacientes que iban a ser dados de alta.
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Las otras dos acusadas son Irene Leidolf, de 29 años y Maria Gruber, de 28. El juicio de las enfermeras asesinas en el que participaron tres jueces, cuatro abogados y 33 testigos termino en abril de 1991. Durante la investigación judicial se han exhumado 17 cadáveres de los asesinados en Lainz para encontrar los restos de los medicamentos inyectados por las enfermeras. El número de víctimas se elevo a más de 300.
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El caso Lainz conmovió a la opinión pública austriaca en 1989 cuando fue descubierto, y provocó una ola de críticas contra el sistema hospitalario en general. Una comisión internacional de expertos que estudió la infraestructura del pabellón V llegó a la conclusión de que en él era necesario "una reforma total".
El caso Lainz conmovió a la opinión pública austriaca en 1989 cuando fue descubierto, y provocó una ola de críticas contra el sistema hospitalario en general. Una comisión internacional de expertos que estudió la infraestructura del pabellón V llegó a la conclusión de que en él era necesario "una reforma total".
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La opinión pública austriaca se preguntó cómo cuatro enfermeras no diplomadas podían inyectar fármacos como Rohipnol y Dorminal -fuertes sedantes utilizados generalmente en los preparativos operatorios y prohibidos por la ley a funcionarios hospitalarios de ese nivel profesional- y cómo tenían acceso al almacén de medicamentos sin que nadie se percatara.
La opinión pública austriaca se preguntó cómo cuatro enfermeras no diplomadas podían inyectar fármacos como Rohipnol y Dorminal -fuertes sedantes utilizados generalmente en los preparativos operatorios y prohibidos por la ley a funcionarios hospitalarios de ese nivel profesional- y cómo tenían acceso al almacén de medicamentos sin que nadie se percatara.
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Entre 1983 y 1987, en las habitaciones 64 y 65 del primer piso donde trabajaban las acusadas se utilizaron 2.495 ampollas de Rohipnol. En el segundo piso del pabellón se utilizó en ese periodo de tiempo 285 ampollas del mismo medicamento.
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Las técnicas para matar a los pacintes, en su mayoría ancianos, eran distintas: inyectar Rohipnol, Valium, Dorminal o el macabro lavado de boca practicado por Waltraud Wagner, llamada a sus espaldas la bestia por sus colegas. Según consta en la investigación del fiscal del caso Lainz, Ernst Kloyber, se ahogaba a los enfermos con un vaso de agua. Se utilizaba especialmente en ancianos inconscientes o que dormían abriéndoles la boca a la fuerza y sujetándoles la lengua dejando entrar el agua en los pulmones. Wagner se defiende ahora afirmando que "era sólo un trago".
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Las técnicas para matar a los pacintes, en su mayoría ancianos, eran distintas: inyectar Rohipnol, Valium, Dorminal o el macabro lavado de boca practicado por Waltraud Wagner, llamada a sus espaldas la bestia por sus colegas. Según consta en la investigación del fiscal del caso Lainz, Ernst Kloyber, se ahogaba a los enfermos con un vaso de agua. Se utilizaba especialmente en ancianos inconscientes o que dormían abriéndoles la boca a la fuerza y sujetándoles la lengua dejando entrar el agua en los pulmones. Wagner se defiende ahora afirmando que "era sólo un trago".
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Wagner era la jefa de grupo y la enfermera preferida por el mismo jefe del pabellón V, el doctor Pesendorfer -suspendido y rehabilitado un año después- que la calificó como "eficiente y comprometida". Wagner era puntual, cumplía los turnos de noche sin quejas y siempre acudía al hospital cuando era llamada para emergencias.
Wagner era la jefa de grupo y la enfermera preferida por el mismo jefe del pabellón V, el doctor Pesendorfer -suspendido y rehabilitado un año después- que la calificó como "eficiente y comprometida". Wagner era puntual, cumplía los turnos de noche sin quejas y siempre acudía al hospital cuando era llamada para emergencias.
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La acusada responsabiliza al sistema hospitalario y al médico jefe Pesendorfer. "El profesor estaba siempre ausente e ilocalizable, a veces teníamos en un turno 35 pacientes y éramos sólo dos enfermeras. ¿Sabe usted lo que es lavarlos, darles de comer, ordenar, ¡era un horror!". Niega que los haya matado porque les suponían más trabajo. "Un moribundo no da más trabajo", afirma.
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La acusada responsabiliza al sistema hospitalario y al médico jefe Pesendorfer. "El profesor estaba siempre ausente e ilocalizable, a veces teníamos en un turno 35 pacientes y éramos sólo dos enfermeras. ¿Sabe usted lo que es lavarlos, darles de comer, ordenar, ¡era un horror!". Niega que los haya matado porque les suponían más trabajo. "Un moribundo no da más trabajo", afirma.
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La jefa del grupo ejercía un extraño poder sobre sus compañeras de trabajo y las involucró en los crímenes. Comenzó en 1983, relata Maria Gruber en la investigación judicial. Entonces ella sólo tenía 20 años y ejecutaba labores propias- de una auxiliar, como lavar a los enfermos y darles de comer.
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Una noche la joven auxiliar Gruber estaba desesperada, mientras cuidaba en una habitación a vahos pacientes. Entró Wagner y le preguntó sobre su estado de ánimo. Gruber confesó "no soportar más" a un paciente de 80 años que había estado "todo el día con dolores gritando sin recibir medicamentos". "Entonces, dáselos tú misma", dijo Wagner, que acto seguido preparó tres dosis inyectables de Rohipnol. Tres días después falleció el enfermo.
Una noche la joven auxiliar Gruber estaba desesperada, mientras cuidaba en una habitación a vahos pacientes. Entró Wagner y le preguntó sobre su estado de ánimo. Gruber confesó "no soportar más" a un paciente de 80 años que había estado "todo el día con dolores gritando sin recibir medicamentos". "Entonces, dáselos tú misma", dijo Wagner, que acto seguido preparó tres dosis inyectables de Rohipnol. Tres días después falleció el enfermo.
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Wagner fue condenada a cadena perpetua por 15 asesinatos, 17 intentos de asesinato y 2 cargos por asalto, Leidolf recibio tambien cadena perpetua y las otras dos acusadas, recibieron una pena de 15 años de carcel por homicidio e intento de asesinato.
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