domingo, 31 de enero de 2010

WAYNE B. WILLIAMS "EL ASESINO DE NIÑOS DE ATLANTA" (ESTADOS UNIDOS)

Biografia:
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Atlanta era una ciudad en rápido crecimiento, pero con muchos problemas relacionados con el crimen. Se cometían constantes asaltos, homicidios y violaciones a los derechos humanos, pero nada de esto pudo igualar la cadena de asesinatos de chicos negros que conmocionó a la ciudad y al país entero, y cuyo presunto culpable, Wayne Williams, habría de ser condenado de por vida, aunque nadie supo jamás si fue el culpable de tales crímenes.
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Edward Hope Smith, de 14 años de edad y Alfred Evans, de la misma edad, fueron encontrados el 28 de julio de 1979 en un área boscosa en la parte sudoeste de la ciudad. El primero había sido muerto por el disparo de un arma calibre 22 y Alfred por asfixia, probablemente mediante estrangulamiento. Las teorías sobre sus muertes, en un principio, incluyeron historias de drogas, una tercera persona involucrada en los asesinatos y, por supuesto, el trabajo de una de las muchas pandillas que asolaban la ciudad en aquellos tiempos.

A mediados de noviembre del mismo año (1979) se hallaron los restos descompuestos de Milton Harvey, aunque inicialmente su muerte no fue clasificada como homicidio ya que no hallaron huellas de violencia física.

El 8 de noviembre se hallaron los restos de Yusef Bell, quien había sido estrangulado y cuyo cuerpo fue arrojado a un agujero en el suelo de una construcción. Curiosamente, el muchacho estaba descalzo cuando desapareció y el cuerpo también estaba descalzo, pero los pies habían sido lavados cuidadosamente.
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En un principio, no se pensó que los crímenes estuvieran conectados. Sin embargo, el 10 de Marzo de 1980 se encontró el cuerpo de Angel Lenair, una chica negra, atado a un árbol con cable eléctrico y unos calzones que no le pertenecían a ella metidos en su boca. No había evidencia de violación.

Poco después, Jefferey Mathis desapareció. La última vez que se le vio fue en un automóvil azul, pero las investigaciones no fueron más allá de esto pues se consideró que se trataba de otro típico caso de un chico que huyó de su casa.
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El 18 de mayo de 1980, Eric Middlebrooks, de 18 años, recibió una llamada telefónica y dijo a su madre que saldría a reparar su bicicleta. Su cuerpo fue hallado al día siguiente, severamente golpeado. Poco después, el 9 de junio de 1980, desapareció Christopher Richardson, de 12 años, quien supuestamente salió a nadar y no regresó.
Se formó un grupo para investigar los asesinatos y desapariciones de los chicos negros y, poco después, se encontró el cuerpo de Aaron Wyche, de 10 años, muerto por asfixia. El 6 de julio hallaron el cuerpo de Anthony Carter, de nueve años, apuñalado repetidamente.
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Para entonces, otros dos niños habían desaparecido: Earl Terrell y LaTonya Jackson, supuestamente secuestrados. En el caso de Terrell, inclusive, los familiares recibieron una llamada pidiendo 200 dólares de recompensa, pero no se supo más de él y algunos pensaban que había sido robado por un círculo de pornografía infantil que operaba cerca del lugar.
El 20 de agosto de 1980 se encontró el cadáver de Clifford Jones, de 13 años, ahorcado. Curiosamente, su cuerpo tenía ropa interior que no le pertenecía.
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Estos son sólo algunos de los casos que se identificaron primero, pero para cuando se formó una fuerza especial de la policía para investigar los crímenes, había más de 90 nombres de chicos negros que compartían muchas características en el modo en que habían muerto. Sin embargo, los expedientes eran un caos y, en muchos de los casos, no se recolectaron evidencia cruciales que hubieran podido arrojar un poco más de luz sobre los asesinatos. Finalmente, los investigadores eligieron menos de 30 nombres y se olvidaron del resto, dejando a más de 60 víctimas fuera de las investigaciones.
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Una de las cosas que más desconcertaban al grupo de investigadores era la falta de un Modus Operandi que reuniera a las víctimas. Los métodos de los crímenes eran distintos, aunque poco a poco comenzaron a reconocer cierto patrón geográfico, ya que muchas de las víctimas se conocían o frecuentaban los mismo lugares.
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El cuerpo de Aaron Jackson fue encontrado bajo un puente en noviembre de 1980, cerca de donde haba sido descubierto el cuerpo de Wyche. Como en muchos de los otros casos, la causa de muerte fue clasificada como “probable asfixia”. Poco después desapareció Patrick Rogers, de 16 años. El 21 de diciembre de 1980 su cuerpo fue descubierto en un río. Había muerto de un golpe en la cabeza.

El equipo de investigadores se dio cuenta de que el patrón de los asesinatos estaba cambiando. Ahora en lugar de ubicarse en áreas centrales de la ciudad de Atlanta, los cuerpos comenzaban a aparecer cada vez en lugares más alejados. Eso indicaba claramente que el asesino sabía que estaba bajo la mira, y que temía ser atrapado si seguía rondando los mismo territorios. La lista de los crímenes asociados al caso siguió creciendo. Se le añadieron Lubie Geter (enero de 1981), Terry Pue (enero de 1981), Patrick Baltazar (febrero, 1981), Curtis Walker ( febrero, 1981), Joseph Bell (marzo de 1981), Timothy Hill (marzo de 1981).
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La población, enfurecida por la poca actividad que veían en las autoridades, formaron “patrullas ciudadanas”. Recorrían las calles armados con bates de beisbol, por lo que les llamaban “bat patrols”. Desgraciadamente, ni los esfuerzos de los ciudadanos ni los de la policía evitaron que los crímenes siguieran ocurriendo. El mismo día que la “bat patrol” hizo su primer rondín, Eddie Duncan, de 21 años, fue asesinado.
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Se acumularon grandes sumas de dinero como recompensa por la captura del asesino. El mismo presidente Ronald Reagan reunió dos millones de dólares, a los que se sumaron contribuciones de Muhammad Ali, Burt Reynolds, Doris Knight y otros. Parte del dinero estaba destinado a las familias de los chicos asesinados, pero coo suele suceden en estos casos, los fondos no llegaron a sus destinatarios y se filtraron por las cuarteaduras del sistema hasta desaparecer por completo.
Una de las personas claves en la resolución de los casos fue Chet Dettlinger, quien trabajó de forma voluntaria con la policía y con investigadores privados para hallar al culpable de los asesinatos. Tan acertadas fueron sus predicciones sobre los sitios donde atacaría el asesino, que por algún tiempo estuvo en la lista de los sospechosos.
Un día, unos policías que vigilaban un puente, vieron acercarse un auto y uno de ellos escuchó el sonido de algo cayendo al agua. Cuando detuvieron al conductor del vehículo, resultó ser Wayne Williams, de casi 23 años de edad, fotógrafo y promotor musical quien dijo que buscaba la dirección de una de sus posibles clientes. Dio el nombre, la dirección y el teléfono de su cliente, pero todos estos datos eran falsos. Horas después, buscaron en el río donde se había escuchado el chapuzón pero fueron incapaces de hallar nada.
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Wayne Bertram Williams nació el 27 de mayo de 1958. Desde joven soñaba con hacer dinero en la industria del entretenimiento. Era talentoso y estaba muy motivado. Comenzó con su propia estación de radio a la edad de 16 en la casa de sus padres. Desertó de la Universidad. Para ganar algo de dinero, vendía a los medio fotografías de incendios, accidentes automovilísticos y aéreos. Su sueño era encontrar a los siguientes Jackson Five o al próximo Steve Wonder. Sin embargo, no tuvo mucho éxito, y gastó buena parte de los ahorros de sus padres grabando chicos sin el potencial para convertirse en estrellas.
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Poco después, fue hallado el cuerpo de Nathaniel Carter, y aunque el examinador médico fue incapaz de determinar la causa de la muerte, lo único que si quedó claro fue que llevaba muerto el suficiente tiempo como para ser la persona que “supuestamente” Wayne Williams habría arrojado desde el puente el día que fue interrogado por la policía
El principal problema de Williams era que su coartada (del día que fue detenido en el puente) era poco creíble y no encajaba para nada. Él se defendía diciendo que le habían dado los datos equivocados, pero la policía pensaba que mentía.
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Williams sorprendió a la policía cuando, inesperadamente, convocó a una rueda de prensa en su propia casa, diciendo que la policía trataba de inculparlo, que era el chivo expiatorio y que lo harían pagar por crímenes que no había cometido. Entre tanto, los laboratorios del FBI había encontrado que las fibras encontradas en los cuerpos de las víctimas y aquellas pertenecientes a la casa, los autos y el perro de Williams coincidían parcialmente, pero el fiscal de distrito se resistía a basar el caso en tales evidencias, que consideraba poco fiables.
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El 21 de junio de 1981, Wayne Williams fue arrestado y el juicio comenzó el 28 de diciembre de 1981. Williams estaba acusado principalmente del asesinato de Carter, pero al menos tres personas aseguraron haberlo visto después del incidente del puente y a ninguno de ellos se les permitió testificar. Wayne tampoco ayudó mucho en su caso, ya que tenía una tendencia patológica a mentir y a exagerar su propia importancia, lo cual debilitó su credibilidad ante el jurado
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Uno de los puntos fuertes de las acusaciones eran las fibras encontradas en los cuerpos de las víctimas, las cuales no eran tan raras como para que fuera imposible que las hubieran adquirido en otro lugar. Además, no se encontró una sola fibra de las ropas o cabellos de las víctimas en la casa o los autos de Wayne, lo cual planteó serias dudas sobre esta fase de la acusación, ya que la transferencia de fibras suele ser bidireccional.
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Finalmente, en enero de 1982, Wayne Bertram Williams fue hallado culpable del asesinato de Jimmy Ray Payne y de Nathaniel Carter.
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A lo largo del tiempo, son muchas las personas que aún defienden la inocencia de Williams. Parece que tuvo la mala suerte de estar en el lugar y en el momento equivocado y que, efectivamente, los cerca de treinta asesinatos que se le achacan no hayan sido cometidos por él. Sin embargo, las posibilidades de un nuevo juicio o de que salga de prisión son prácticamente nulas.

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