lunes, 15 de marzo de 2010

DONALD HARVEY "EL ANGEL DE LA MUERTE" (ESTADOS UNIDOS)

Biografia:
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Donald Harvey, el más prolífico de los enfermeros asesinos de Norteamerica, apodado “El Ángel de la Muerte”. Por fortuna, ahora se encuentra tras las rejas, cumpliendo 4 cadenas perpetuas en la cárcel de Lebanon, Ohio. Es el preso A-199449 y se distingue por su buen comportamiento.
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Nació en Butler County, Ohio en 1952. Todos lo consideraban “un buen chico”. Su maestra de la escuela primaria diría: “Donnie era un niño muy especial para mí. Siempre estaba limpio y bien vestido, con al cabello recortado. Era un niño feliz, muy sociable y que era popular entre los otros estudiantes. Era un chico apuesto con grandes ojos cafés y cabello oscuro y rizado. Siempre tenía una sonrisa para mí. No había ni un solo indicio de anormalidad”.
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Sus antiguos compañeros de clase, sin embargo, lo describían como solitario, como “la mascota del profesor”. Raramente participaba en actividades extraescolares y prefería leer libros. Sacaba siempre muy buenas calificaciones. Sin embargo, abandonó la escuela pronto y se puso a trabajar en una fábrica de Cincinnati. Cuando hubo un recorte de personal, fue despedido y su madre lo alentó a que, mientras tanto, cuidara a su abuelo, quien se encontraba en un hospital.
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Las monjas que llevaban el hospital se encariñaron con él, y pronto le ofrecieron trabajo como ayudante. Él aceptó, y aunque no tenía entrenamiento formal como enfermero, aprendió a realizar muchas de las actividades de esta profesión. Pocos meses después de haber comenzado a trabajar en el hospital, Donald Harvey cometió su primer asesinato. Se trataba de un paciente que había sufrido una embolia y cuando Harvey fue a checarlo, vio que se había ensuciado el rostro con sus propios excrementos. Harvey se enfureció y lo mató. Luego limpio y el cadáver y fue a darse un baño antes de avisar a las enfermeras del deceso.
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Tres semanas después, volvió a matar, desconectando el oxígeno a una mujer anciana. Pronto comenzó a usar otros métodos, y en poco más de un año había matado a una docena de pacientes. En marzo de 1971, fue arrestado por un robo menor y cuando lo interrogaron, confesó muchos de sus crímenes pero la policía no encontró ninguna evidencia que lo condenara, así que lo dejaron ir.
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Se enlistó en la fuerza aérea, pero sirvió menos de un año, pues sus superiores lo consideraron poco apto para las tareas militares. Tras esto sufrió varios episodios depresivos, intentos suicidas, internamientos en hospitales psiquiátricos y numerosas sesiones de terapia electroconvulsiva (electrochoques). Salió del hospital sin haberse recuperado del todo y comenzó a buscar trabajo. Consiguió empleo en un par de hospitales pero no cometió ningún asesinato, principalmente porque carecía de acceso a los medicamentos y eran pocas las ocasiones en que se encontraba a solas con los pacientes.
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Tras regresar a Cincinnati, consiguió finalmente un empleo en el turno de la noche como ayudante de enfermería, lo que le daba acceso casi ilimitado al hospital. Además, tenía escasa supervisión. Durante los siguientes 10 años cometió al menos 15 asesinatos. Llevaba un preciso diario de sus crímenes donde anotaba con gran precisión los métodos que había utilizado: una bolsa o una toalla húmeda sobre el rostro del paciente, veneno para ratas en el postre, arsénico y cianuro en el jugo de naranja, en los catéteres de los pacientes o por vía intramuscular.
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A lo largo de los años, amasó una cantidad increíble de cianuro: 15 kilogramos. Se convirtió en su método preferido, pero no era el único. Tras mudarse con uno de sus amantes gays, los celos lo hicieron administrarle pequeñas dosis de arsénico con la finalidad de que siempre estuviera demasiado enfermo como para abandonar el departamento. Tras una discusión con una vecina, vertió suero con hepatitis en su bebida y la mujer casi muere. Asesinó al padre de su amante e intento matar a la madre, pero no tuvo éxito.
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En 1985, Harvey salía del trabajo en el hospital y uno de los guardias de seguridad notó que actuaba de forma extraña, así que decidió revisar la mochila que cargaba. Encontró en ella una pistola calibre 38, agujas hipodérmicas, tijeras quirúrgicas y guantes, una cucharilla para cocaína, varios textos médicos, dos libros de ocultismo y una biografía del asesino serial Charles Sobhraj. Se le juzgó por portar un arma de fuego en propiedad federal y le dieron la oportunidad de renunciar en vez de ser despedido, con lo cual su expediente quedó limpio y pudo conseguir otro empleo en el Drake Memorial Hospital de Cincinnati. Pronto volvió a las andadas y mató al menos a 23 pacientes en poco más de un año.
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Pero comenzaba a acabársele la suerte. Tras la muerte de John Powell, un paciente que había estado en coma durante varios meses pero que comenzaba a mejorar, murió a manos de Harvey. El patólogo que realizó la autopsia detectó el típico olor a almendras dulces, que es el signo inequívoco de la intoxicación con cianuro y dio parte a las autoridades. La policía comenzó a buscar, pero pronto las sospechas recayeron en Donald Harvey dado que sus compañeros de trabajo lo apodaban “El Ángel de la Muerte“, pues siempre parecía estar cerca de aquellos que iban a morir.
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En abril de 1987 la policía consiguió una orden para registrar el apartamento de Harvey y hallaron montañas de evidencia: Frascos con cianuro, arsénico, libros de ocultismo y sobre venenos y, por supuesto, el registro de sus crímenes, los cuales anotaba cuidadosamente en su diario. Fue arrestado pero se confesó inocente. Los investigadores comenzaron a buscar más evidencias y Harvey se dio cuenta que estaban haciendo rápidos progresos, así que hizo un trato con las autoridades mediante el cual se confesaba culpable pero se le garantizaba que no se le aplicaría la pena de muerte.
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Donald Harvey se confesó culpable de 33 cargos de asesinato, pero conforme pasaban los días, la cuenta subió a 70. Finalmente, sólo se pudieron confirmar 24, por lo que el juez lo condenó a 4 cadenas perpetuas. Después, fue enjuiciado por diferentes estados de la Unión Americana y el conteo de crímenes subió a más de 60.
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En una ocasión, un reportero le preguntó por qué mataba, y la respuesta de Harvey fue:
─Bueno, la gente me controló a mí durante 18 años, pero después pude controlar mi propio destino. Yo controlé también la vida de otras personas, ya sea que debieran vivir o morir. Yo tengo el poder de controlar.
─¿Y qué derecho tenía usted para decidir eso?
─Después de que no fui capturado por los primeros 15, pensé que era mi derecho. Me convertí en juez, fiscal y jurado. Jugué a ser Dios.
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Los Médicos Asesinos:
La lista de asesinos seriales relacionados con el campo de la medicina es enorme. Los descubrimientos de asesinos seriales dentro de los hospitales no hace más que crecer. Entre los médicos, destaca el medico inglés Harold Shipman, que al menos cometió 215 asesinatos.
Otros médicos en la lista de los asesinos seriales:
Richard Angelo (Long Island, New York) por lo menos 19 asesinatos
Orville Lynn Majors (Clinton, Indiana) por lo menos 130 asesinatos
Roberto Diaz (Riverside, California) 12 asesinatos
Brian Rosenfeld (Florida) 23 asesinatos
Michael Swango (New York) por lo menos 4 asesinatos
Efren Saldivar (California) por lo menos 6 asesinatos
Beverley Allitt (Inglaterra) por lo menos 4 asesinatos
Genene Jones (Texas) por lo menos 20 asesinatos
Jane Toppan (Massachusetts) Por lo menos 31 asesinatos
…y muchos más.

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