sábado, 26 de septiembre de 2009

GOYO CARDENAS "EL ESTRANGULADOR DE TACUBA" (MEXICO)

Biografia:
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Gregorio Cárdenas Hernández nació en la Ciudad de México en 1915. Solamente quince días duró su carrera criminal, pero eso le bastó para entrar en los anales de la Historia como el asesino serial más popular de México. De niño, Goyo sostuvo una relación enfermiza con su madre, Vicenta Hernández, una mujer dominante que lo reprimió hasta su adolescencia. Pese a ello, el altísimo coeficiente intelectual de Goyo hizo que fuese un estudiante destacado. La encefalitis que de niño padeció causó, sin embargo, un daño neurológico irreversible; a raíz de su enfermedad, Goyo padeció de eneuresis y empezó a dar muestras de crueldad hacia los animales: se ensañaba torturando pollitos y conejos..
A sus veintisiete años, Goyo estudiaba Ciencias Químicas; era un alumno tímido y esmirriado, que utilizaba gruesos lentes. Pero eso no le impidió obtener una beca de PEMEX, que le permitió continuar sus estudios. Independizado de la sombra de su progenitora, Goyo rentó una casa en la calle Mar del Norte nº 20, en Tacuba, cerca del Centro Histórico de la Ciudad de México. Allí vivía cuando la noche de 15 de agosto de 1942, a bordo de su automóvil Ford, recogió en la calle a una prostituta de dieciséis años llamada María de los Ángeles González, alias "Bertha", a quien llevó a su domicilio. Hacia las 23:00 horas, y después de sostener relaciones sexuales con él, la joven fue a lavarse al baño de la casa de Goyo, instante que él aprovechó para estrangularla con un cordón. Una vez muerta, Goyo llevó el cadáver al patio y allí la enterró.
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Ocho días después, la madrugada del 23 de agosto, Goyo salió de cacería otra vez. En esta ocasión, la prostituta elegida tenía catorce años y se llamaba Raquel Rodríguez León. A ella le sorprendió que su cliente tuviera una amplia biblioteca en su casa. De hecho, tras llevarse a cabo el acto sexual, Raquel se dedicó a mirar algunos de los libros de Goyo. En eso estaba cuando él la atacó con el mismo cordón. A las cinco de la mañana, Raquel ocupaba otro sitio en el patio de la casa de Mar del Norte.
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Los lapsos se iban acortando. Goyo esperó solamente seis días antes de ir, la noche del 29 de agosto, a buscar una nueva compañía femenina. La encontró en Rosa Reyes Quiróz, otra menor de edad que no llegó a acostarse con él. Para entonces, Goyo había descuidado su entorno: su laboratorio estaba en desorden, los libros fuera de su lugar, había ropa sucia por todas partes y el polvo empezaba a acumularse en todos lados.
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Esto provocó cierta desconfianza en Rosa, quien se dirigió al laboratorio para curiosear sobre su cliente. Allí, mientras veía unos matraces y algunos tubos de ensayo, la atacó Goyo. Rosa presentó resistencia. La lucha fue violenta, pero Goyo triunfó. Sin embargo, la expresión de horror en el rostro de Rosa lo impresionó. Turbado, cavó de inmediato la fosa correspondiente. Se dio cuenta de que ya no quedaba mucho espacio en el patio, así que la amarró de pies y manos. A las cuatro de la mañana concluía su faena.
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El último crimen ocurrió cuatro días después, el 2 de septiembre. Goyo cortejaba constantemente a una chica llamada Graciela Arias Ávalos, estudiante del bachillerato de Ciencias Químicas de la UNAM, quien aceptaba su amistad. Graciela era una alumna modelo y su padre, un conocidísimo abogado penalista, Miguel Arias Córdoba. Ese día, Graciela esperó a Goyo afuera de la Escuela Nacional Preparatoria. Goyo pasó por ella en su auto, supuestamente para llevarla a su casa, ubicada en Tacubaya nº 63. Goyo así lo hizo; al llegar afuera de la casa de la chica, y aún dentro del auto, le habló de su amor por ella. Graciela lo rechazó, y entonces él intentó besarla a la fuerza. Ella le dio una bofetada y entonces Goyo, iracundo, arrancó de un tirón la manija del automóvil y comenzó a golpear a Graciela en la cabeza hasta que la mató. La sangre empapaba su larga cabellera. Goyo condujo hasta su propia casa. Bajó el cadáver, lo puso sobre el catre donde dormía, lo envolvió en una sábana y, ya en la madrugada del 3 de septiembre, lo enterró.
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El 13 de septiembre, se le dictó auto de formal prisión, y fue recluido en el Palacio Negro de Lecumberri, en el pabellón para enfermos mentales. Sin embargo, sus abogados consiguieron que Goyo fuera trasladado al Manicomio General de La Castañeda, supuestamente para recibir tratamiento. Allí le dieron electrochoques y le inyectaron pentotal sódico para determinar si realmente estaba loco o sólo fingía. Inexplicablemente, de pronto Goyo obtuvo múltiples comodidades: empezó a asistir a las clases de Psiquiatría que ofrecía el director del manicomio, entraba a la biblioteca sin problemas, recibía visitas familiares e incluso se iba al cine con algunas amigas. El 25 de diciembre de 1947, cinco años después de entrar allí, Goyo se fugó con otro interno y partió rumbo a Oaxaca; veinte días después fue reaprehendido y alegó que no había escapado, sino que se había ido de vacaciones.
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Las autoridades decidieron regresarlo a Lecumberri el 22 de diciembre de 1948. Una vez allí, Goyo memorizó el Código Penal, cursó la carrera de Derecho, se convirtió en litigante, realizaba historietas dibujadas por él mismo donde contaba crímenes famosos, e incluso escribió varios libros, entre ellos Celda 16, Pabellón de locos, Una mente turbulenta y Adiós a Lecumberri.
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En 1976, la familia de Goyo apeló al entonces Presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez, quien, al determinar que Goyo era "una celebridad", terminó por indultarlo. El 8 de septiembre de 1976, "El estrangulador de Tacuba" abandonó la cárcel. Goyo Cárdenas murió el 2 de agosto de 1999 y se convirtió de esa manera en el asesino serial más surrealista de la Historia. El pueblo le hizo canciones, hubo estampitas con su imagen, y fue idolatrado por la gente, que aún recuerda su nombre y obras

4 comentarios:

  1. como seguimos siendo imbeciles los mexicanos, que celebramos a los peores bastardos de la historia mexicana, por nuestro exceso de ignorancia, aveces hasta verguenza me da ser mexicano, y pienso que merecemos sufriri lo que sufrimos

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  2. Si que México es un país que olvida muy pronto, es exactamente la ignorancia la que hace que mucha gente termine por idolatrar personas de esta calaña.

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  4. que clase de idiota seria que idolatraría a ese bastardo. No puedo creer de las estupideces que llega ha hacer mi pueblo. Que bueno que aun quedamos mexicanos que se avergüenzan de porquerías como estas y estudiamos para ser mejores. Que lastima que solo seamos el 15 %.

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